viernes, 25 de julio de 2008

Trenes a ninguna parte ( o mi estadía en los andenes)



Hace varios días que un tema me ronda en la cabeza. No se si venga a tono con el resto de lo que por estos pagos aparece. (Últimamente me estoy volviendo demasiado seria y reflexiva, a donde fueron a parar las criticas a los remiseros? Será que ya ni eso me queda?) De lo que pensaba hablar es de los imprevistos. Los imprevistos uno no los elige, simplemente acontecen. Son sucesos que por algo del destino tienen la dicha/desdicha de suceder justo en ese momento, en ese lugar y de esa manera. Nadie sabe si es bueno o malo, si es lo mejor o no que sea así. Sin embargo, no a todos les toma el mismo tiempo procesarlos. Ojo, con todo esto me refiero a los “hechos” que van mas allá de llegar a la esquina y que se escape el colectivo, o que el despertador suene una hora mas tarde (aunque esto último quizás de alguna manera se relacione, ya van a ver). Me refiero a esas cosas que te detienen en el medio del camino y te exigen una toma de posición, una decisión acerca de algo que quizás no se tenia pensado decidir. Uno de repente se ve ante dos o más puertas sin la mas mínima planificación al respecto, sin analizar nada, ni siquiera estar al tanto. Simplemente aparecen. Y te obligan a atravesarlas. No hay escapatoria. Hay que pensar, y pensar ya. Sin discusión, debate ni planteos. Es solo A o B. Y ahí es donde me doy cuenta que tengo la odiosa manía de huir. Si no estoy sabiendo que me van a preguntar, como para planear la respuesta, me bloqueo y elijo la puerta de salida. Ni “A” ni “B”, solo “Esc”. No me gustan los imprevistos, por la sencilla razón que después me arrepiento de la puerta que no abrí. A mi me suena el despertador una hora mas tarde (he ahí la relación), proceso lento, necesito digerir las cosas. Soy cangrejo en el horóscopo, y mucho mas en la vida, crease o no. Ante lo imprevisto y amenazante, me escondo en mi coraza. Evado a mas no poder, en un intento de ganar tiempo, para elegir. Y es que de elecciones erradas, ya tengo catálogos. Si me preguntan si estoy en el mismo lugar de donde salí, sin dudas, que la respuesta es no. Ahora doy 620 mil vueltas mas para cada paso. Le busco la quinta, la sexta y la octava pata al gato. Y me escudo en argumentos casi infantiles a la hora de decir “no se”. No puedo no saber, tengo que saber, al menos que quiero, pero quizás no lo se, y ahí está el punto. Tal vez quiero ir viendo sobre la marcha, tal vez no quiero resignar nada en el intento, tal vez tengo miedo del fracaso, tal vez me canse de la aventura. Será que me cansé de esperar el tren que me suba, y de intentar atravesar puertas que no se abren, que ahora me siento en el anden tiempo por demás de excesivo a cerciorarme de que realmente esa puerta esta abierta, ese es el tren que me lleva a mi camino, y ahí hay un asiento para mi. Y de tanto esperar, de tanto analizar, obviamente, no puede pasar otra cosa, mas que el tren se vaya. Y el lógico, y no hay reclamo, más que a mi misma.
Quizás alguien me pueda explicar si estoy tan equivocada cuando pienso que no todo el mundo sabe lo que quiere. Aunque si estoy segura de que si lo tiene delante, debe darse cuenta... Vale darse cuenta al rato????


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