martes, 3 de septiembre de 2013

Extrañando escribir (o "Delicias de una vida laboral autoinventada")

Vuelvo al ruedo de la escritura. De esta escritura. De años en los que las crisis diarias ameritaban un post por tema, pase a una publicación anual, en la que los ejes son totalmente diferentes, y la nostalgia por las letras mucho mayor (Las crisis diarias no han cambiado, pero el tiempo se ha reasignado a cosas que basicamente den rédito. Este temita de ser grande y autónomo... ).

Tras un tiempo "dentro del sistema" en el que las horas del día me alcanzaban para criar ojeras y añoranzas de cuando los tiempos eran mas amigos de la vida, el destino (bah, no, en realidad un par de sujetos) quizo que me viera del otro lado de la puerta. Con una mezcla de alegría por la liberación, e incertidumbre por el porvenir, junto a una pizca de tristeza mezclada con optimismo frente a la posibilidad que me regalaba mi pequeña hoja en blanco, me encotré con mi nuevo y flamante desempleo. No era nuevo en tanto desempleo, con ese estado ya nos habíamos encontrado en reiteradas oportunidades, pero si en tanto flamante. Flamante en el sentido de que lejos de ser sentido como un golpe (que seamos sinceros, si lo fue en parte, pero que dolio menos) fue vivido con la certeza de ser una chance de barajar y dar de nuevo, de elegir criteriosamente los pasos a seguir, de no dejarme tentar por la comodidad de la situación conocida, y animarme a apostar por algun modelo de vida que pudiera rendirme lo suficiente en todos los aspectos de mi vida: social, economico, recreativo, etc. fundamentalmente existencial. En pocas palabras: que me devuelva las riendas de mis tiempos.

Con esto me lance a un nuevo vacio (literalmente): ser freelance. Cualquiera pensaría que es muy simple, muy relajado, muy cómodo y muy conveniente. En parte si lo es, debo reconocerlo. Las pantuflas y joggineta en días de invierno son prueba de ello. Pero también requiere de la tolerancia suficiente a algunos condimentos accesorios: la in-certeza de las finanzas, la in-constancia de la clientela, la in-sistencia de algunos contratantes (y lo in-soportable de otros) y algunos otros "in" que hacen al día a día un poco más picante!


El primer desafio del freelance es lograr que alguien te quiera (que en realidad es el primer objetivo de cualquier mortal en cualquier sentido de la vida, no?). No es poca cosa, porque generalmente la gente o quiere a alguien, o no quiere querer a nadie. El desafio de encontrar el "querendon" sin "querido" es el primer gran paredon a superar en la carrera por ver el sol mientras trabajamos. Eso, sumado a la deliciosa tentación de volver al ruedo de los empleos sujetos a voluntades de ajenos a la hora de la subsistencia, que se presenta como la deliciosa manzana (no, no hablamos de Steve Jobs y su arsenal de dispositivos tentadores) ante las constantes faltas de respuestas a los mails de propuestas enviadas. Hasta que el glorioso día llega, el esperado, en el que alguien te llama y busca lo que ofreces. Y ahi la carrera larga. La presa es pescada (o la pescada, presa).

Pero no todo es idilio en esta escalada. Como no podría ser de otra manera, trabajar con gente tiene sus cosas, aunque estas se encuentren a un skype de distancia.

Hay gente que realmente tiene una carencia, una necesidad de muchas cosas. Una circunstancia X que la lleva a hacer catarsis bipolares via email, reclamando dialogos fugaces online, que se multiplican en su extensión más de lo anunciado (quien dice 15 min, dice 1 hora y 20). Así como hay otros que arman reuniones para tratar temas inexistentes, con la fantasía de que son Don Draper, y manejan una gran corporación publicitaria, mientras su estructura se reduce a su ego y su alterego.

Asi, padeciendo bombardeos de mails trasnochados (incluso en fines de semana, feriados y vacaciones), requerimientos de explicaciones, pretenciones de gente (omitamos nombres por elegancia) que es experta de a ratos, pero que a la hora de la responsabilidad se repliegan a su comodidad al son de "vos sos quien sabe", así se va por la vida freelance.

Lo bueno, es que en esta jungla atemporal del empleo autoinventado, los resquicios son muchos más para cubrir y compensar a los desequilibrados de cada día, con actividades en las que el empleo no tiene nada que ver, que el dinero no interviene, y en los que la acción se realiza por pura pasión. Y creanme, que con eso, basta y sobra.