domingo, 25 de mayo de 2008

Nada de nada


Un domingo más nos reencuentra en este espacio. Curiosamente hacia bastante tiempo que no me dedicaba a explayarme sobre nada, particularmente en días domingos, que suelen ser mi día de odio a la humanidad. Extrañamente hace un par de los mismos que he cambiado los aires y reemplazado a mi fiel psicologo, el teclado, por cualquier otra cosa para hacer. Principalmente, y como característica excluyente, fuera de mi casa. Y creanme que ha tenido bastante resultado. Yo creo que la principal causa de que los domingos sean un asco, no es intrinseco al día en si, ni a la resaca de la noche anterior, ni al preparativo del día siguiente. El razgo perjudicial es la sobreexposición reiterada al mismo ambiente. Creo que es algo proporcional, a mas encierro, peor humor. A diferencia de ciertas teorías de amigos que prefieren mas que nada estar en sus casas, yo sostengo que puede resultar muy perjudicial, tanto para uno, como para cada uno de los cohabitantes que sufren las mutaciones en el humor de uno. Y aún, mas, creo que es retroalimentario, uno se encula, y encula al otro, y este al primero, y asi sucesivamente generando un malestar acumulativo que no estalla solo porque el día tiene 24 hs y no mas.
El punto es que, entre otras filosofías de vida que he adoptado, la del "no al encierro dominguero" es la primera, base fundamental para llevar adelante todas las demás. Y creo firmemente que funciona. El primero de sus efectos esta a la vista. Hace bastante tiempo que no ataco a nadie (por escrito me refiero, es decir, no critico a nadie por este medio).
En fin, pero nada es perfecto ni eterno, y como para no perder el hábito, vuelvo a calzarme los botines y a despuntar el vicio de las letras. Pero hoy no tanto con el rifle apuntado hacia ningún lado en particular, sino tan solo como una forma de expresar algunas nuevas filosofías a las que me referia, las cuales han surgido en mi vida a modo de ley.
Y la primera, al margen de la ya mencionada, es la de no esperar mas nada de nadie. Eso de estar pendientes de otros, de necesitar de otros que hagan o dejen de hacer cosas para/por nosotros es un absoluto despropósito. Creo que llegue a un punto en la vida en que estoy tan realmente harta de las descepciones, que ya no espero nada de nadie, no formulo espectativas acerca de nada. Lo que se de al alcance sera bienvenido, y las cosas demasiado enredadas serán para quien tenga ganas de desatarlas, probablemente, alguien distinto a mi. Es tiempo de despejar caminos, y ciertamente creo haber tenido una adicción a los escollos. El punto es: no quiero complicarme la vida ni permitir que nadie mas me la complique. Y ojo, que con esto no me refiero exclusivamente a hombres, sino a todo ser andante que tenga alguna cuestión que pretenda hacer las veces de piedra en mi camino.
Y como dijo una amiga de las mejores que tengo, a la que le robo su frase el día de hoy: "que se salven solos si quieren" Amén hermana!!!!!

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